El auto legendario de EU que estuvo escondido por 30 años


El auto de carreras más famoso de EU, el Shelby Cobra, pasó tres décadas escondido en una bodega; este vehículo ha sido el único de este país en vencer a Ferrari en competencia.

Si este coche pudiera hablar, describiría el camino a la fama con todos los altibajos de una historia de Hollywood.

El original de sólo seis modelos construidos, fue el primer auto estadounidense en vencer a un Ferrari en su propio terreno, fue consumido por flamas una vez en Daytona, fue manejado por Los Ángeles por una celebridad del mundo de la música y luego se quedó sentado 30 años en una bodega, haciendo pensar a muchos que se había perdido.

El vehículo extraordinario fue la creación de una leyenda estadounidense, que lo usó para ganar campeonatos y romper récords de velocidad. Una vez recuperado de su polvosa guarida, el coche inició una batalla legal multimillonaria por su propiedad.

Hoy, 50 años después de su construcción, el prototipo del Shelby Cobra Daytona Coupe descansa finalmente en su lugar por derecho, un museo fundado por su dueño actual.

Un auto con una misión

Como sugiere su nombre, el auto fue creado por un emprendedor automotriz estadounidense, Carroll Shelby, quien quería vencer al diseñador italiano Enzo Ferrari.

Él ya lo había logrado como piloto con Aston Martin, ganando el prestigioso Campeonato Mundial Automotriz FIA en 1959, una serie que era dominada por el “caballo brincando”.

Pero en 1963, años después de que Shelby se retirara de las competencias, quiso ganar como constructor, con un auto estadounidense.

Shelby modeló su máquina de ensueño con base en un auto de carreras que había diseñado previamente, el AC Cobra Roadster.

Él contrató al diseñador Pete Brock para dar forma al auto para tener la máxima velocidad, algo que necesitaría en la legendaria pista de 3 millas Mulsanne en Le Mans, la carrera más importante del campeonato.

Así nació el prototipo del Shelby Cobra Daytona Coupe, realizado con medios modestos en comparación con los estándares actuales, en un taller en Venice, California.

En ese entonces, los autos estadounidenses no eran muy competitivos, de acuerdo con Fred Simeone, el dueño actual del auto y fundador del Museo Simeone, donde se encuentra en exhibición.

“Si miras la historia de las carreras de autos, Estados Unidos ha contribuido muy poco en comparación con Inglaterra, Italia, Alemania e incluso Francia”, dijo.

Los Daytonas estaban a punto de cambiar eso. Ellos resultaron buenos durante su primer año, 1964, con una victoria sobresaliente en su clase en las 24 Horas de Le Mans, “El Superbowl de las pistas” como le llama Simeone. Pero a pesar de haber superado a los Corvettes, Lolas, Porsches y Alfas, los Daytonas aún terminaron el campeonato detrás de los poderosos Ferrari GTO.


En 1965, Shelby por fin se llevó el primer lugar –el primer equipo de carreras estadounidense en lograrlo– llevándose 9 de 12 eventos en su categoría, con victorias cruciales en carreras legendarias, como las 24 horas de Daytona, el Italian Grand Prix en Monza y la extenuante carrera de 1000 kilómetros en el Nurburgring Nordshcleife, un camino en el bosque de 22.5 km que el legendario piloto Jackie Stewart después llamó “El Infierno Verde”.

Shelby había vencido a Ferrari. La leyenda del Cobra Daytona Coupe nació.

Llega el “CSX2287”

El auto que construyó Shelby en Venice siguió siendo el único fabricado en Estados Unidos. Cinco más fueron enviados a Módena, Italia como marcos –justo bajo las narices de Ferrari– donde el trabajo fue completado rápidamente y con destreza.

El prototipo, con número CSX2287, era ya de por sí especial.

También era afortunado, sobrevivió a un incendio mientras cargaba combustible en Daytona en 1964, un incidente que costó la carrera, más no el auto.

Y para muchos, era hermoso: completo con sus rallas de Le Mans, dos bandas blancas que iban a lo largo del carro sobre la pintura Viking Blue, un patrón que desde entonces se ha vuelto icónico y se asocia fuertemente con los Cobras diseñados por Shelby como autos de producción para Ford.

Su estilo tenía sustancia que igualar. Tras ganar el campeonato de 1965, el auto se retiró de las pistas de algún modo, pero aún tenía suficiente velocidad en él y obtuvo la oportunidad de demostrarlo.

Acelerar en sal

El 6 de noviembre de 1965, el CSX2287 no había sido corrido en meses, pero se presentó la oportunidad de llevarlo al Salar de Bonneville para correr contra reloj y escribir la historia.

A lo largo de cuatro días, el auto estableció 23 récords de velocidad nacionales e internacionales, alcanzando una velocidad máxima de unos 300 kilómetros por hora.

Ese fue el último rugido del león. Shelby vendió el Daytona original –en este punto era poco más que un prototipo viejo y cansado– a Jim Russell, fundador de una empresa de coches de juguete llamada Russkits, por 4,500 dólares.

Y ahí es donde comienza la parte más extraña de la historia.

La pared de sonido

El Daytona cayó en manos del productor musical excéntrico Phil Spector, de 26 años en ese entonces. Él escribió los récords del auto con pintura para casas en las puertas, exagerándolos ridículamente, y lo empezó a manejar por todo Los Ángeles.

Esta no fue la primera ocasión en que se vio fuera de las pistas, ya que el mismo Shelby realizó varias pruebas de manejo en Marina del Rey con placas de fábrica.

Pero tan rápido como era, le costó a Spector tantas multas por exceso de velocidad que su abogado eventualmente le sugirió que se deshiciera de él. Aunado a esto, estaba lejos de ser un auto suave de manejar y se volvía un infierno después de unos pocos kilómetros.

No se trataba de un auto para manejar por Sunset Strip, sino un enojado caballo de carreras, después de todo.

Spector quería arreglar estos problemas, pero el costo era tan alto que le ofrecieron desmantelarlo por 800 dólares. Afortunadamente, él tuvo una mejor idea y se lo vendió a su guardaespaldas, George Brand por 1,000 dólares.

Brand regaló el coche a su hija, Donna O’Hara, quien hizo lo impensable, lo escondió en una bodega en California.


Tesoro oculto

Precisamente por qué O'Hara tomó la decisión consciente de guardar el Daytona, pagando sin falta la renta de la bodega cada mes por 30 años, nadie sabe.

Con el paso de los años, creció el interés por el auto y ella recibió varias ofertas por él, pero siempre se negó. “Ella refutaba a cualquiera que se presentaba con interés por el auto”, dijo Simeone.

“El mismísimo Carroll Shelby la visitó para ver el coche, y ella ni siquiera quería abrir la puerta para hablar con él. Era sabido que ella lo tenía, pero también era ampliamente conocido que no podías comunicarte con ella… la gente se había dado por vencida tratando de obtenerlo”.

“Una oferta muy realista”

Como resultado, el CSX2287 permaneció intocable de 1971 al 2001.

Con ayuda de un abogado y un vendedor de autos, Martin Eyears, un neurocirujano retirado y el coleccionista Frederick Simeone, finalmente lograron convencer a Donna O’Hara de venderle el auto por una suma que preferiría no mencionar, pero se cree que ronda los 4 millones de dólares.

“Fue la persistencia y el momento, el lugar perfecto en el momento perfecto lo que produjo la venta, y una oferta muy realista”, dijo.

En el 2008, fundó el Museo Automotriz Simeone en su nativa Filadelfia, donde el auto se encuentra junto a otros 65 vehículos clásicos de carrera.

“Mi criterio de colección se basa en una historia significativa, condiciones originales, origen estadounidense siempre que sea posible y belleza. En el momento de la compra, en el 2001, el único auto que tenía que no seguía este criterio era el Cobra Daytona Coupe, así que verdaderamente lo quería”, él dijo.

Lo que pasó después es la parte más obscura de la historia- “Odio decirlo, es una historia feliz y en el fondo es deprimente. Ella (O’Hara) heredó lo obtenido en la compra a su madre y después se prendió fuego. Esto fue después de realizar el acuerdo”.

Una secuela difícil

El sorprendente deceso de su dueña inició una batalla legal sobre el auto que duró meses. “Las consecuencias de la venta fueron más difíciles que la venta misma, porque cuando se dio a conocer en la comunidad automotriz que el auto había sido descubierto y estaba siendo adquirido por un particular, muchas personas trataron de comprarlo desesperadamente y pidieron a un juez que lo pusiera en venta al público”, dice Simeone.

Incluso Phil Spector, a través de su abogado Robert Shapiro –famoso por haber sido uno de los defensores de O.J. Simpson– argumentó que nunca le vendió el auto a su guardaespaldas sino que se lo había dado a guardar. (Spector fue condenado por homicidio en segundo grado en el 2009 y actualmente se encuentra en prisión).

“Todos querían tener una historia”, dice Simeone, “Pero el juez concluyó justamente que ya había sido vendido de manera legítima”.

Leyenda Moderna

Es difícil decir cuánto vale el auto el día de hoy, a 14 años de su venta.

Los otros cinco Daytonas –los producidos en Italia– todos están en manos de coleccionistas privados, uno de ellos se vendió en una subasta en el 2009 por 7.5 millones de dólares. Es seguro asumir que el CSX2287 valdría significativamente más, dado que se trata del primer prototipo, es el último Daytona en haber competido y a diferencia de los otros se encuentra aún en su estado original, sin partes reemplazadas ni nueva pintura.

“El auto se encontraba en excelentes condiciones en la bodega, todas las partes originales seguían ahí, no faltaba nada”, dice Simeone.

“Sólo la parte de enfrente estaba abollada, así que la tuvimos que martillar porque simplemente se veía horrible. El resto de la pintura estaba opaca pero intacta y lo único que tuvimos que hacer fue deshacernos de la oxidación y resultó verse muy decente. Lo único que tuvimos que reemplazar fueron los frenos y algunos cables”, dice Simeone.

Los cinco años de propietario de Phil Spector no lo arruinaron mucho, tampoco. “Él sólo le puso tapiz, eso es todo, y escribió algunas cosas en el costado del auto, con pintura para casa, pero pudimos quitarlo”, dice Simeone.

El auto corre bien, incluso sobre sus llantas originales, y ha sido manejado muchas veces para espectáculos y demostraciones, a pesar de que ya no puede ser corrido.

“Nos metemos en problemas con algunas personas que piensan que debería, pero no tiene sentido y nos arriesgaríamos a dañarlo. Queremos preservarlo para generaciones futuras”, agregó Simeone.

Un lugar en la historia


El CSX2287 fue el primer auto –y uno de tan sólo siete hasta ahora– en ser incluido en el Registro Histórico Nacional de Vehículos, ubicándolo en la misma categoría como otros íconos estadounidenses como la Estatua de la Libertad y el trasbordador espacial.

También fue llamado el Auto del Año en el 2014 en los premios International Historic Motoring Awards, los Óscares de los automóviles clásicos- el primer auto estadounidense en ser siquiera nominado por el galardón.

“Fue construido en el piso de un taller y diseñado en una hoja de papel de carnicero, a finales de una era en el que algo podía ser construido tan simplemente y ganar a nivel internacional”, dijo Mark Gessler, presidente de la Asociación de Vehículos Históricos.

Diseñado sorprendentemente y con una historia que podría pasar por un guión de Hollywood, este auto es de lo que se hacen las leyendas.

“El precursor icónico de una raza ganadora”, como lo define Simeone, que inició el corto pero glorioso dominio de Estados Unidos en el mundo de las carreras.

El CSX2287 Shelby Cobra Daytona Coupe está en exhibición en Simeone Automotive Museum en Filadelfia.

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